Es que uno a veces no se espera tanto Wilson, canejo, y sí, a veces sí, sucede: hoy hice mi primer trueque en un grupo virtual hermoso al que pertenezco, y me traje un equipito de audio que sirve para pasar CDs ... Así que después de años, años... ¡volví a ser yo carajo! en una cosa más volví a ser yo: ¡me bailé la vida! Con mi música, esa añorada, fuerte como la Hilda Herrera chacarereando o los negro spirituals estilizados por Charlie Haden y Hank Jones...Mar me ve bailar y se enciende ella también, y me ofrece un juguete mientras danzo y no quiero parar...
Y encima el trueque se efectivizó en una de las esquinas más archiconocidas de mi barrio de niñez y de adolescencia...Hice tiempo en una plazoleta y reconocí tantas cosas... tantas vivencias y la suerte: la suerte entre otras tantas suertes de haber tenido amiga en ese entonces con quien poder empezar a vislumbrar que había otros modos de vivir...No sólo por mis dos temporadas en el club aprendiendo a nadar y divirtiéndonos, no sólo por su abuelito que nos venía a buscar en su coche los sábados a la mañana para ir a patinar o jorobar por Barrancas de Belgrano o el Circuito KDT...No sólo por eso...Ventanas que se abrieron a la vida...
Y cuando retorno, justo paso por la fiambrería que abrió cerquita hace poco un pibe que junto con sus hermanos fue alumno mío de primaria hace años... Cuando estaba en tercer grado él quiso donar médula para su hermanito más chico. Era en el Garraham, y nos pidió a algunos profes entre los cuales estaba yo que lo visitáramos el día anterior para hacerle el aguante. Hoy es un hombre hermoso, que me presenta a su hijita, que luego me cuenta que su hermano está genial, y me termina regalando un vinito...
Y llego llorando, por supuesto, como corresponde Wilson, de emoción carajo, de emoción.
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