Visitantes cósmicos de buena voluntad,sean bienvenidos a este lugarcito que albergará poemas, pinturas y toditas cosas que habitan mi alma...


domingo, 22 de octubre de 2023

El árbol inútil, cuento de Chuang Tzu

(Hace ya años leí esta historia en el libro Encuentro con la sombra, el cual he prestado, por lo que al buscar en la web, encontré en el blog de Gary Toub el texto completo, sumado a un análisis, del que sólo transcribo el primer fragmento.

https://ladanzadelderviche.wordpress.com/2020/06/18/la-utilidad-de-lo-inutil-gary-toub/)



"Hace más de dos mil años, el filósofo taoísta Chuang Tzu escribió diversas parábolas encomiando las cualidades de los seres humanos inútiles, feos o deformes -jorobados, tullidos y lunáticos, por ejemplo- y de los árboles retorcidos, nudosos y estériles. Veamos una de esas historias:

Shih, el carpintero, se dirigía hacia el reino de Chi cuando llegó a Chu Yuan y descubrió un roble que servía de lugar de reunión de la población. 

El árbol se erguía sobre un montículo próximo a la población, sus ramas más bajas -algunas de las cuales eran tan grandes como para poder construir con ellas varias embarcaciones- se hallaban a unos veinte metros de altura, tenía más de veinte metros de diámetro y su copa era tan grande como para dar sombra a un centenar de bueyes. 

La muchedumbre se congregaba alrededor del árbol como lo hace en la plaza de un mercado. 

Nuestro carpintero, sin embargo, ni siquiera lo miró cuando pasó por su lado. Su aprendiz, sin embargo, no cesaba de mirarlo y se dirigió a su maestro, Shih, diciéndole: «Maestro, desde que soy tu alumno jamás había visto un árbol tan hermoso como éste. Pero tú, sin embargo, has pasado a su lado sin echarle siquiera un vistazo». 

Shih, el carpintero, replicó: «¡Atiende! Ese árbol es inútil. Si hiciera una barca se hundiría; si construyera ataúdes se pudrirían; si lo aprovechara para hacer herramientas se romperían de inmediato; si hiciera una puerta rezumaría resina; si hiciera vigas las termitas acabarían pronto con ellas. Es una madera inútil que no sirve para nada. Por eso ha podido vivir tanto». 

Cuando el carpintero Shih retornó a su casa el roble sagrado se le apareció en sueños y le dijo: «¿Con qué me comparas? ¿Me comparas acaso con árboles útiles como los cerezos, los perales, los naranjos, los limoneros, los pomelos y los demás árboles frutales? A ellos se les maltrata cuando la fruta está madura, se les quiebran las ramas grandes y las pequeñas quedan maltrechas. Su misma utilidad es la que les amarga la vida. Por eso llaman la atención de la gente vulgar y son talados antes de alcanzar la vejez. Así sucede con todo. Hace mucho tiempo que intento ser inútil y, aún así, en diversas ocasiones casi han conseguido destruirme. Al final, sin embargo, he llegado a ser completamente inútil, lo cual me resulta muy provechoso. ¿Crees que si hubiera servido para algo me hubieran permitido llegar a crecer tanto? 

Además, tanto tú como yo somos cosas y ¿Cómo puede una cosa juzgar a otra? ¿Qué puede saber un hombre inútil y mortal como tú sobre un árbol inútil?» 

Shih, el carpintero, despertó y trató de comprender su sueño. Entonces su aprendiz le preguntó: «Si quería ser inútil ¿por qué sirve de santuario a la población?» 

Shih, el carpintero, respondió: «¡Calla! Su única intención era no ser dañado por aquéllos que ignoran su inutilidad. Si no se hubiera convertido en un árbol sagrado probablemente hubieran terminado talándolo, por ello se ha protegido de un modo diferente a cómo suelen hacerlo el resto de las cosas. Por tanto, cometeríamos un grave error si juzgáramos a este árbol con criterios ordinarios».

Chuang Tzu nos relata de manera parecida la historia de Shu, el jorobado, quien, a pesar de su cuerpo deforme supo cuidar de sí mismo y llegar a alcanzar una longeva edad. Estas historias ilustran la importancia que los taoístas atribuían a las cosas que parecen no servir para nada, a todo lo que la sociedad y los individuos desdeñan por su inutilidad. Es más, dichas historias constituyen metáforas que enseñan al sabio a apreciar e incluso a cultivar su propia inutilidad (o sus cualidades más inútiles) para poder llegar a gozar de una vida plena y natural."


Ayer, en una visita al Jardín Botánico, me anoticié de la inutilidad del ombú, ya que no se puede obtener madera de su tronco, y el cual ni siquiera es un árbol, sino una hierba, gigante, pero hierba al fin, oriunda de la provincia de Misiones.

Seguramente no hacen falta más palabras para comprender la sacralidad del ombú.



(ombú, jardín botánico Carlos Thais)


No hay comentarios.:

Publicar un comentario