HE IDO
No tengo ligaduras;
me abandoné del todo.
He ido en la noche iluminada
hacia goces que eran mitad reales
mitad elaborados por mi espíritu.
Y he bebido un vino fuerte
como beben aquellos
que se entregan valerosamente al placer.
CLAROSCURO
Mirando un ópalo de tintes grisáceos,
recordé dos bellos ojos grises
que vi hará unos veinte años.
Nos amamos durante un mes.
Después se fue.
A Esmirna, creo,
donde tenía trabajo, y nunca nos volvimos a ver.
Deben haber perdido su belleza
(si vive todavía), los ojos grises.
El bello rostro se habrá afeado.
Memoria mía, guárdalos tal como eran
antaño.
Memoria de este amor
tráeme esta noche
el mayor número posible de recuerdos.
UNA IMAGEN SUBSISTE
Podían ser la una o la una y media de la
mañana.
En un rincón de la taberna, tras la mampara
de madera,
estuvimos solos en la sala desierta.
Una lámpara de petróleo iluminaba apenas.
En la puerta, el mozo, cansado de velar,
dormía.
Nadie nos podía ver, pero ya la pasión
nos volvía incapaces de prudencia.
Los vestidos se entreabrieron...
No eran muchos, pues el divino mes de junio
ardía.
¡ Regocijos de la carne
a través de los vestidos que se entreabren!
¡ Breve desnudarse de la carne!
Esta imagen ha atravesado veintiséis años,
y ahora, ha venido a residir en este poema.
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