he visto a las mejores mentes de mi tiempo
armar un monstruo con retazos
de un pañuelo recién usado por una buena persona
después creerse que el monstruo es la persona
y tirarla a la basura
he visto cómo las mejores mentes de este tiempo
han olvidado el lugar de sus corazones
las vi buscar el remate de un poema
en el sitio donde viven las estadísticas
las veo recitar como un rezo : "del cuerpo del otro no se habla
del cuerpo del otro no se habla del cuerpo del
y si tu mano derecha te es ocasión de pecado córtatela y arrójala de ti
y si es del otro cancelarás al otro mil veces
y arrojarás la primera piedra de silencio"
he visto cómo las mejores mentes de mi generación se hacen parte de la piedra
y del silencio
y cómo las nuevas costumbres se asemejan a esos raros peinados nuevos
como llenar de pancartas el cielo agitando la palabra amor con estruendo y agravio
chorreante de baba autosuficiente
luego desearse buena vida y mandarse a la mierda
medir con el centímetro la cantidad de náuseas por segundo que les podría dar afrontar la verdad
y desistir
mientras recitan como un mantra con la nariz en alto
el evangelio de la empatía
veo cómo las mejores mentes de la generación del amor van proclamando el fin de la violencia
con las tablas de la ley en una mano
y mientras el cielo estalla en un trueno enorme y un rayo parte al medio al próximo transeúnte
impedirán que alguno se meta en llanto ajeno
nadie deberá obstruir el flujo subjetivo ni el paso de la virtud
nadie hará uso de la violencia que implica la invasividad de querer abrazar sin permiso del otre
al otre que llora
-al mendigo la dueñez de su hambre
al niño la dueñez de su llanto-
la suavidad a toda costa es el destino noble del humano y la letra e reemplaza casi cualquier posibilidad de errarle a algo o alguien
aunque gente y personas sigan nombrándose en términos femeninos cada une dirá lo suyo
no te meterás en mundo ajeno no
interrumpirás la subjetividad del niño que implora
lo dejarás llorar solo hasta que se le pase hasta
es violento besar acceder a la canción animal de la condición humana
las mejores cabezas de mi generación no encuentran el corazón ni las tripas en ningún lado
de un cuerpo
del que mejor ni hablar
(Obra plástica: Raquel Forner)
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